Apenas quedan 3 días para que niños y mayores nos despertemos y veamos miles de regalos bajo nuestro árbol de Navidad. Sin lugar a dudas, este es un día de ilusión y quienes mejor lo viven son nuestros pequeños. Sus deseos, los juguetes que querían, todo lo que un mes antes han escrito en cientos de cartas a sus Majestades, los Reyes Magos, lo tienen ya en sus manos.
Tras esto, está la mano de los mayores que hacemos que esa tradición no se rompa y siga viva. Muchos quebraderos de cabeza al no encontrar el jueguete que han pedido, economía baja... Y a esto se le suma la insistencia de muchas asociaciones sobre la importancia de los juguetes sexistas.
Estamos en un mundo avanzado en el que la igualdad entre hombres y mujeres se está haciendo más presente y se tiene muy en cuenta. Lo que condiciona si los pequeños van a fomentar la igualdad o no, no es el juguete que tenga en sus manos, sino la educación que reciban. Si desde temprana edad cada niño es conciente de una igualdad, con el simple hecho de darle una educación necesaria para ello, no hay que recurrir a regalar algo que realmente no desea.
Un ejemplo exagerado, que no quita que pueda darse: Dos hijos, niño y niña, han pedido, uno un dragón y la otra una muñeca. ¿Hay que invertir ese regalo?¿hay que darle a cada cual el regalo que no desea? ¿imponer algo y quitar una ilusión? El día de Reyes es un día en el que hay que regalar lo que con tanto ímpetu han pedido a sus Magos, o algo que se le asemeje, porque lo que condiciona la igualdad no es un juguete, si no la educación recibida.
